La saliva humana contiene una sustancia llamada opiorfina, un poderoso analgésico que es seis veces más fuerte que la morfina.
Activa el funcionamiento de los opiáceos endógenos, los producidos por el propio organismo que bloquean las señales dolorosas.
La doctora Catherine Rougeot, autora del estudio, confía en que este hallazgo pueda conducir a una nueva generación de analgésicos naturales tan poderosos como la morfina, pero sin los efectos secundarios adictivos y psicológicos de ésta.
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