El genoma humano, esto es, la cadena de ADN en la que se ‘codifica’ lo que somos, es largo, muy largo. No en vano, nuestro ADN contiene unos 3.200 millones de pares de bases que si se estiraran formando una línea alcanzarían los dos metros de longitud. Es más; sumando el ADN que se encuentra en todas las células del organismo, la hebra formada, aun muy delgada –su grosor es hasta 40.000 veces inferior al de un cabello–, bastaría para cubrir unas 7.000 veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Sin embargo, los aproximadamente 20.000 genes que codifican las proteínas solo suponen el 1,5% de la longitud del ADN. El resto corresponde a genes no codificantes que conforman la ‘materia oscura’ del ADN. Pero estos genes que no expresan proteínas, ¿no sirven para nada? Pues parece que sí, si bien su labor aún está por descubrir. De hecho, investigadores del Centro Oncológico Integral de la Universidad de Michigan en Ann Arbor (EE.UU.) han identificado un gen en esta materia oscura que juega un papel muy importante en el desarrollo de diversos tipos de cáncer, especialmente el de pulmón y el melanoma. ¿Su nombre? ‘THOR’.
Concretamente, el nuevo gen descubierto es una secuencia larga de ARN no codificante que se expresa tanto en los seres humanos como en los ratones y los peces cebra. Es decir, un gen que dado que ha sido conservado a lo largo de la evolución, debe ser realmente importante. Y para que sea fácilmente recordado, ha sido bautizado como ‘THOR’, nombre del dios del trueno de la mitología escandinava que, a día de hoy, es más conocido como superhéroe. Pero parece que este ‘THOR’, que no es sino el acrónimo de ‘secuencia larga de ARN no codificante oncogénico altamente conservada asociada al testículo’ en lengua inglesa, también tiene superpoderes en lo que respecta al cáncer.
Como explica Arul Chinnaiyan, director de esta investigación publicada en la revista «Cell», «los genes evolutivamente conservados son, muy probablemente, importantes para los procesos biológicos. El hecho de que ‘THOR’ sea una secuencia larga de ARN no codificante altamente conservada es ciertamente interesante. Así, nos hemos centrado en este gen con la idea de que ha sido seleccionado por la evolución por jugar una función importante».
Gen ‘supervillano’
En el año 2015, los autores publicaron un artículo en el que analizaban miles de secuencias largas de ARN no codificante (lncRNA), consideradas por lo general como la ‘materia oscura’ del genoma humano al no saberse prácticamente nada sobre las mismas. Y entre todos estos genes o lncRNA, destacaba ‘THOR’ al haber sido seleccionado para su conservación por la evolución.
En el nuevo estudio, los autores han observado que el gen ‘THOR’ se expresa en grandes cantidades en las células de los testículos de los adultos. Un gen cuya expresión es mínima, cuando no nula, en el resto de los tejidos. Pero aún hay más. Este ‘THOR’ también se expresa en grandes cantidades en algunos tipos de cáncer, sobre todo en el de pulmón y en el melanoma.
La pregunta que entonces se plantea es: este gen ‘THOR’, ¿contribuye de alguna manera al desarrollo de estos tumores? Pues sí. Los autores llevaron a cabo distintos experimentos con cultivos de células cancerígenas, y lo que vieron es que cuando se disminuía la expresión de ‘THOR’, el crecimiento tumoral se ralentizaba. Por el contrario, la sobreexpresión de este gen conllevó que el crecimiento celular se disparara.
Como indica Arul Chinnaiyan, «hemos analizado un gran número de lncRNA para llegar a estos resultados. Y la mayoría de los genes que hemos evaluado no tenían una función tan clara como la de ‘THOR’».
Pero, ¿a qué obedece que ‘THOR’ tenga este impacto sobre la proliferación tumoral? Pues según muestran los resultados, porque su expresión altera la función de las proteínas de unión al factor de crecimiento parecido a la insulina (IGFBP), bien conocidas por su implicación en la estabilización del ARN. Así, y en ausencia del gen ‘THOR’, la actividad de las IGFBP se ve totalmente inhibida. Como refiere el director de la investigación, «si alteramos la función de ‘THOR’, disminuimos la capacidad para estabilizar el ARN, lo que inhibe la proliferación celular».
Menos efectos secundarios
Finalmente, los autores repitieron el experimento con un cultivo de células sanas. Y lo que observaron es que a pesar de que la expresión del gen ‘THOR’ se vio totalmente suprimida, las células siguieron creciendo de forma completamente normal. Por tanto, parece que el impacto del gen se ve limitado a las células cancerígenas.
En definitiva, y en opinión de los autores, el gen ‘THOR’ se presenta como una buena diana para el desarrollo de fármacos frente al cáncer. No en vano, su bloqueo no tiene ningún impacto sobre las células sanas, por lo que debe esperarse que los efectos secundarios asociados a su inhibición sean mínimos.
Como concluye Arul Chinnaiyan, «el siguiente paso será crear un compuesto que se una a ‘THOR’ en una secuencia complementaria diseñada para suprimir su expresión. Esta estrategia, conocida como ‘oligonucleótidos antisentido’, ya ha sido utilizada con éxito en otros contextos».
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